En casa de Antón

Tiempo de lectura: 3 mins.

El otro día me pusieron una multa por aparcar en minusválidos. ¿A quién se le ocurre? Pues a mí. Llegaba tarde a un evento y pensé, van a ser dos minutos. Y me pasó lo que me pasa siempre que voy a un evento, que fueron casi dos horas y cuando salí, zasca 😢

Me sentó fatal. Lo primero, porque las multas llegan a casa de mi suegra y todavía no sé cómo decírselo. Lo segundo, porque desde hace unos meses (concretamente en Febrero) me propuse muy en serio bajar de marchas en mi vida, un cambio que implicaba también vivir más atenta de ese tipo de cosas y al final, tenemos una tendencia tan fuerte a ser como somos, que cambiar de programa es la tarea más complicada del mundo.

Todo esto para contaros que, aquel día conocí a Bea y Antón. Antón y Bea. Imposible imaginarme al uno sin el otro. Típicas dos personas que ves juntas y dices, claro, no podía ser de otra manera. Dos artistas, relajados, simpáticos, cariñosos y abiertos. Que gusto cuando te encuentras con gente así. Su arte es parecido. Te abraza. Te invita a quedarte.

Me enamoré locamente de uno de sus obras hechas con papel y muchas capas. Que cosa tan simple y a la vez tan perfecta. ¿Qué es el arte, sino esa sensación de enamoramiento? Sentí que de no ser esa obra, terminaría teniendo otra de sus creaciones tarde o temprano. Os invito a que les sigáis AQUÍ y no solo eso, sino a que vayáis a verles a su taller de Madrid que es una belleza, cargada de buen rollo.

Me reencontré con Isa (Burondo) a quien tengo muchísimo cariño porque ayudé con su estrategia en redes hace tiempo. También con (Alejandra Marroquín) pintora valenciana que transforma lo cotidiano en arte de una forma exquisita.

Una mañana deliciosa rodeada de artistas y amigos, de esas que vuelves a tu casa feliz, si no fuera por la dichosa multa a la que ahora encima, me toca esperar.

Anterior
Anterior

Casar bien a una amiga

Siguiente
Siguiente

Para qué hacemos las cosas